"Educar es un acto de voluntad, la voluntad de dar y recibir para crecer". Esta es mi filosofía y es también el pretexto para reflexionar el día de hoy.
Cuando educar es la tarea de todos los días, el acto de dar se vuelve tan cotidiano que sin darnos cuenta nos acostumbrarnos al milagro de aprender.
No es que piense celebrar con júbilo cada logro de cada niño en cada día, es como si me detuviera a festejar uno por uno los pasos en una competencia de maratón. Sin embargo aveces conviene hacer un alto, al menos en el interior, para recordar la trascendencia de nuestro trabajo.
Mucho tiempo y esfuerzo dedicamos a cumplir el programa de contenidos en nuestra institución, las evaluaciones nos revelan las metas alcanzadas y la sonrisa de los pequeños nos demuestra que valió la pena todo lo que dimos.
Y a propósito de dar, ¿qué ofreciste a tus pequeños el día de hoy? ¿qué recibiste de ellos? A mí me gusta pensar que con cada experiencia les regalo un pedacito del mundo y a cambio ellos me revelan otro que yo desconocía.
Pero, ¿serán suficientes?, quizá no, o quizá lo que en realidad importa no son los trozos del mundo que creo darles, sino la oportunidad de enseñarles a descubrirlo solos.
Tal vez por eso desperté en la mañana con esta frase en mi cabeza:
"Tú puedes regalar un mundo sin límites con sólo enseñarles a aprender"
No sé si la leí o la escuché en algún lado, pero desde ahora la declaro mía para poder compartirla contigo e invitarte, si lo aceptas, a hacerla tuya también.
Espero que cómo a mí, te haga recordar el enorme valor de tu trabajo y vuelvas a maravillarte con el a veces olvidado milagro de aprender.
Gracias por el regalo de tu tiempo, y hasta la próxima.
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